Las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos han alcanzado un nuevo nivel con la implementación de aranceles más altos sobre productos agrícolas estadounidenses. Esta medida, que entró en vigor el 10 de marzo de 2025, es una respuesta directa a los aranceles impuestos por el presidente Donald Trump a productos chinos, lo que ha intensificado la guerra comercial entre las dos economías más grandes del mundo.
El Ministerio de Finanzas de China ha anunciado que el pollo, el trigo, el maíz y el algodón importados de Estados Unidos ahora estarán sujetos a un arancel del 15%. Otros productos como la soja, el sorgo, la carne de cerdo, la carne de vacuno, los productos acuáticos, las frutas, las verduras y los productos lácteos enfrentarán un cargo del 10%. Sin embargo, es importante destacar que los productos que salieron de Estados Unidos antes del 10 de marzo y que lleguen a China antes del 12 de abril no estarán sujetos a estos nuevos aranceles.
Esta escalada en las tarifas arancelarias se produce en un contexto donde las relaciones comerciales entre ambos países se han deteriorado significativamente. Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha implementado una serie de aranceles contra varios socios comerciales, citando preocupaciones sobre la inmigración ilegal y el tráfico de fentanilo como justificaciones para sus políticas comerciales. China, que tiene un superávit comercial considerable con Estados Unidos, ha respondido con medidas similares, acusando a Washington de socavar el sistema comercial multilateral.
Los analistas sugieren que estos aranceles de represalia están diseñados no solo para afectar la base de votantes de Trump, sino también para mantener un margen de maniobra para futuras negociaciones. A pesar de la dureza de las medidas, se percibe una intención de moderación que podría facilitar un eventual acuerdo comercial.
Las consecuencias de estos aranceles son complejas y se suman a los desafíos económicos que enfrenta China. La economía china ha estado lidiando con un bajo consumo, una crisis en el sector inmobiliario y una alta tasa de desempleo juvenil. En este contexto, el primer ministro chino, Li Qiang, ha señalado la necesidad de una política fiscal más proactiva para contrarrestar los efectos negativos de la guerra comercial.
Los datos recientes indican que las exportaciones chinas han comenzado a desacelerarse, creciendo solo un 2,3% interanual en los primeros dos meses de 2025, lo que representa una caída significativa en comparación con el crecimiento del 10,7% registrado en diciembre del año anterior. Esta tendencia sugiere que las medidas arancelarias de Estados Unidos están comenzando a tener un impacto tangible en la economía china.
En medio de este clima de incertidumbre, China está llevando a cabo sus “Dos Sesiones”, un evento político crucial que reúne a miles de delegados para discutir y establecer políticas económicas. Durante este evento, Li Qiang ha presentado un objetivo de crecimiento económico de aproximadamente un 5% para 2025, un objetivo que muchos economistas consideran ambicioso dado el contexto actual.
La guerra comercial entre China y Estados Unidos no solo afecta a las economías de ambos países, sino que también tiene repercusiones globales. Los aranceles impuestos por Washington podrían impactar negativamente las exportaciones chinas, que han sido un motor clave del crecimiento económico en años anteriores. A medida que la situación se desarrolla, los expertos advierten que las consecuencias de las políticas comerciales podrían no ser evidentes de inmediato, pero podrían tener efectos duraderos en la economía global.
En resumen, la reciente implementación de aranceles más altos por parte de China sobre productos agrícolas estadounidenses marca un nuevo capítulo en la guerra comercial entre estas dos potencias. A medida que las tensiones continúan, el futuro de las relaciones comerciales entre ambos países sigue siendo incierto, y las repercusiones de estas decisiones se sentirán en todo el mundo.