La presidenta Dina Boluarte ha expresado su firme apoyo al ministro del Interior, Juan José Santiváñez, en medio de un clima político tenso marcado por investigaciones fiscales y críticas de la prensa. Durante una reciente actividad oficial en Chorrillos, Boluarte minimizó las acusaciones en contra de Santiváñez, quien enfrenta un allanamiento de su vivienda como parte de una investigación por presunto abuso de autoridad. La mandataria no dudó en calificar estas acciones como un intento de llevar a cabo un «golpe de Estado blanco» por parte del Ministerio Público y los medios de comunicación.
Boluarte, en su defensa de Santiváñez, argumentó que los ataques a su gabinete son parte de un acoso político orquestado por la fiscalía y la prensa. «Pueden allanar la casa de todos los ministros si quieren, pero eso no cambiará nuestra determinación de seguir trabajando por el país», afirmó. Este respaldo fue recibido con aplausos por parte de otros miembros del gabinete, lo que subraya la lealtad interna en el gobierno.
El contexto de estas declaraciones es crucial. Santiváñez ha sido señalado por tomar represalias contra un oficial de policía que difundió audios comprometedores. La fiscalía, al allanar su casa, busca esclarecer estas acusaciones, pero el ministro ha calificado la acción como un «manotazo de ahogado» por parte de una institución que considera deslegitimada.
La situación se complica aún más con el inicio del juicio contra el expresidente Pedro Castillo y sus exministros, lo que ha llevado a un clima de incertidumbre y tensión en el ámbito político. Boluarte ha utilizado este momento para atacar a los medios de comunicación, acusándolos de ser cómplices de la fiscalía en un intento de desestabilizar su gobierno. «Los medios repiten noticias falsas y la fiscalía actúa en consecuencia, abriendo investigaciones sin fundamento», declaró.
Este tipo de retórica ha generado preocupación entre analistas y organizaciones de prensa, quienes advierten que las declaraciones de Boluarte pueden tener un efecto negativo en la libertad de expresión y en la democracia. La presidenta ha sido acusada de polarizar el discurso político, identificando a la prensa y a la fiscalía como enemigos de su administración.
La Asociación Nacional de Periodistas del Perú (ANP) ha calificado las declaraciones de Boluarte como uno de los ataques más graves a la prensa en su gestión. La ANP ha enfatizado que el trabajo periodístico es fundamental para la democracia y que las acusaciones de la presidenta no solo son infundadas, sino que también fomentan un clima hostil hacia los medios.
Además, el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS) ha instado a Boluarte a reconocer la independencia de la prensa y del Ministerio Público, recordándole que la crítica y la fiscalización son parte esencial de la función pública. En este sentido, la politóloga Katherine Zegarra ha señalado que la estrategia de Boluarte es simplista y peligrosa, ya que busca desviar la atención de los problemas complejos que enfrenta su gobierno.
Mientras tanto, el respaldo de Boluarte a Santiváñez ha sido interpretado como un intento de consolidar su poder en un momento crítico. La relación entre ambos ha sido descrita como simbiótica, donde cada uno se apoya mutuamente en medio de las adversidades. Sin embargo, este tipo de alianzas también puede ser visto como un riesgo, ya que puede llevar a decisiones cuestionables en un contexto de creciente desconfianza pública.
En el ámbito político, la situación se torna aún más complicada con las elecciones de 2026 a la vista. Más de 32,000 renuncias a partidos y movimientos regionales han sido registradas, lo que refleja un clima de inestabilidad y descontento entre los ciudadanos. La gestión de Boluarte se enfrenta a un escrutinio constante, y su capacidad para navegar estas aguas turbulentas será crucial para su futuro político.
En resumen, el respaldo de Boluarte a Santiváñez en medio de un escándalo de corrupción y las críticas a la prensa marcan un momento decisivo en su administración. La forma en que maneje estas tensiones podría definir no solo su legado, sino también el rumbo político del país en los próximos años.