El reciente clásico entre Alianza Lima y Universitario de Deportes, disputado el 5 de abril de 2025, ha desatado una controversia que trasciende el campo de juego. La celebración del técnico de Universitario, Fabián Bustos, tras el gol del empate, ha sido objeto de críticas y ha llevado a la presentación de un reclamo formal por parte de Alianza Lima ante la Federación Peruana de Fútbol (FPF).
La situación se originó cuando Bustos celebró de manera efusiva el gol de José Rivera, lo que provocó la indignación de los hinchas de Alianza Lima. El club blanquiazul argumentó que la celebración del entrenador «incitó a la violencia y provocó al público». En respuesta a esta queja, la Comisión Disciplinaria de la FPF decidió abrir un proceso disciplinario contra Bustos, lo que ha generado un intenso debate en redes sociales y entre los aficionados.
Jean Ferrari, administrador de Universitario, no tardó en responder a las acusaciones. A través de sus redes sociales, Ferrari anunció que su club se basaría en el informe del delegado del partido para presentar su defensa. Además, adelantó que se presentarían pruebas sobre quienes realmente incitaron a la violencia durante el encuentro. Esta declaración ha añadido un nuevo giro a la polémica, sugiriendo que Universitario podría contraatacar con sus propias denuncias.
En el informe del árbitro Daniel Ureta, se menciona un incidente aislado en el que un hincha de Alianza Lima lanzó una botella hacia el campo durante la celebración del gol de Universitario. El árbitro destacó que, a pesar de este incidente, el ambiente general del partido fue correcto y que la situación fue controlada rápidamente por la Policía Nacional. Este detalle podría jugar un papel crucial en la defensa de Bustos, ya que su celebración no fue la única acción que generó tensión en el estadio.
Winston Reátegui, presidente de la Comisión Nacional de Árbitros (Conar), también se pronunció sobre la situación. Aclaró que el árbitro no incluyó la celebración de Bustos en su informe, lo que podría complicar la posición de Alianza Lima si se decide tomar medidas disciplinarias adicionales. Reátegui enfatizó que los árbitros solo informan lo que observan en el campo, dejando la puerta abierta a que la Comisión de Justicia actúe de oficio si lo considera necesario.
Por su parte, Fabián Bustos defendió su celebración, argumentando que fue una reacción normal en el contexto de un partido de fútbol. En una conferencia de prensa posterior al encuentro, el técnico expresó que había recibido insultos y botellazos de los hinchas rivales, y que su festejo no tenía la intención de ofender a nadie. Bustos subrayó que, a pesar de las provocaciones, mantuvo la compostura y no respondió a los insultos que recibió durante el partido.
La controversia ha puesto de manifiesto la tensión que existe entre ambos clubes, que históricamente han sido rivales acérrimos en el fútbol peruano. La rivalidad no solo se limita a los resultados en el campo, sino que también se extiende a la relación entre los hinchas y la gestión de los clubes. Este episodio ha reavivado el debate sobre la conducta de los entrenadores y jugadores en situaciones de alta presión, así como la responsabilidad de los aficionados en el comportamiento durante los partidos.
A medida que avanza el proceso disciplinario, tanto Universitario como Alianza Lima se preparan para presentar sus argumentos. La situación no solo afectará a los involucrados directamente, sino que también podría tener repercusiones en la imagen de la FPF y en la percepción del fútbol peruano en general. La resolución de este conflicto será observada de cerca por los aficionados y analistas del deporte, quienes esperan que se tomen decisiones justas y equilibradas que promuevan el respeto y la deportividad en el fútbol.